martes, 15 de enero de 2008

Con quién sabe qué consecuencias.



Haber vivido ya, en distintas
distancias, apenas perdurables,
en lugares equidistantes
de una misma memoria,
con quién sabe qué consecuencias.

Es la indolencia de los años
quien concilia sórdidos compromisos
que se precipitan sobre
el corazón del insurgente,
como criptograma de plenaria
sinrazón enjuiciando el lastre del convicto.

Lucho contra las leyes
que irremisiblemente se sostienen,
sobre los pilares donde nunca estuve
sin el absurdo mestizaje del azar.
Allí, siempre permanece inflexible
la memoria, aferrada a la más última
hermosura del pasado.

Guardadme, pues, de la fraudulenta
desnudez de la noche
y de la necesidad de palpar
un nombre que todo lo signifique.

Guarecedme de su crepuscular
anarquía, disciplina
que activa la imaginación.

¡Ya siento el imán vejatorio
sobre el vidrio que rezuma
el voltario jugo! exculpatoria
intermitencia que va impregnando
los veleidosos turnos del pasado,
abrazando con piadosa rabia
las lindes de la intemperie.

Y así va transcurriendo el tiempo,
que bordea los arrabales de la memoria,
su retrospectiva esperanza fracasa
en la clarividencia que permuta la distancia
por espacios, y pinta la locura de colores.

¿Con quién sabe qué consecuencias
se aferraba el amor a la cordura?

3 comentarios:

AnaR dijo...

Tal vez esa equidistancia de tiempo y memoria es la que nos convierte en frontera, nos ubicua en esa necesidad, sed de ser...Intuyo ansias entre líneas ,de sentirse libre o liberado...

Me ha encantado.

Un abrazo

AnaR dijo...

En mi otro espacio : Trazos breves, te dejo un pequeño regalito...compartido.

Un abrazo

Vicky dijo...

Bellas y nostálgicas palabras Antoni.....
encantas con tu sensibilidad.
Caricias para tu alma