lunes, 26 de mayo de 2008

El "yo" como sujeto lingüistico.

Foto: A. Luna

Reconstruir la experiencia implica despersonalizarla. Lo que entonces fue mío pertenece ahora a todos y a ninguno, a un potencial lector que hará abstracción del envoltorio figurativo de la anécdota para extraer de ella lo que contenga de universal. (Jon Juaristi)


En muchas ocasiones se intenta identificar al personaje que habla en mis poemas, como el narrador de capítulos de una biografía, pero solo es un personaje, que en unas ocasiones me sirve para expresar mis sueños y mis más profundas contradicciones diluidas en una esencia vital, con la que a menudo me fundo a la hora de escribir, y otras, me observa desde una prudente distancia.

No hay una referencia directa a hechos concretos de mi vida, de no ser así, no habría diferencia entre el hombre y el sujeto esencialmente lingüístico que asume el producto creado.

No obstante, sería absurdo decir que el reajuste de una forma poética de ficción, no venga dado por las propias experiencias, dándoles un sentido lato cuando se trata de capitulaciones amatorias que se objetivizan en el poema por medio de un perspectivismo sentimental. Es de este modo como creo que se pueden establecer las condiciones necesarias, para que el lector pueda recrear estéticamente el poema.

No negare que esto es una de las muchas formas de entender la poesía. En absoluto pretende tener ninguna validez pedagógica, pero si intentar explicar cómo me valgo de ella, para intentar transmitir un placer estético sin un significado objetivamente verificable, que no por ello deja de recopilar a través de la propia poesía, un pedacito de anecdotario de la propia vida en cada uno de los poemas, recreando una sustancia vital en la ficcionalización del yo, que me previene justamente así de una “falacia biográfica”.


José-Carlo Mainer a propósito del personaje verbal de los poemas de Luis Garcia Montero, argumentaba que decir “yo” en literatura no supone enunciar “una entidad reconocible y enteriza”, sino mas bien “una topografía borrosa”.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Ilusoriamente Lucia.

Peñiscola, agosto 2004. A. Luna

Es facil escribir a la mujer que amas,...
A. Iravedra.



Lucía, como dulce ternura adherida
a la saliva de un beso ilusoriamente retenido.

Tu nombre sosteniendo un cuerpo entre
dos, hacedor de un mundo que fluye
de mi mismo y, en la desnudez
de sus letras, se airea la hermosura
de saberte con un nombre que oferta
el peso del amor, que tu cuerpo
deposita entre mis brazos.

Las manos dibujan resueltas
sobre las formas de la piel, insinuando
un leve temblor sobre la esperanza
del aire, al ritmo de furtivos relojes
de invierno que marcan las horas quietas.
Sus péndulos hilvanan el baile
de tu nombre, al dobladillo que al invierno
le roban todas las primaveras.
Es hermoso contemplarla vestida
con un nombre que deja sentir la caída
de las hojas secas al otro lado
del cristal, como plumas blancas
sobre las páginas del pasado.

Lucía me sangra entre los labios.
Ni sus ojos negros, ni su pelo,
ni mi verdad que guarda su boca,
responden si la llamo por su nombre.

Allí donde te has ido, no puedo imaginar
que nadie te llame con un nombre
en el que mi vida sigue estacionada
entre sus letras, como las aves que saben
del cansancio que sobre las alas
imprimen los regresos hacia las cosas
quietas, mientras sostengo en el hueco
de una mano la palabra con la que arde
la lumbre, en la transparencia
de un nombre entregado.

Sobre la terquedad de tu nombre,
se alinean las letras al borde
de lo que duele constantemente
a la certidumbre del olvido y, sin embargo,
me apremia la negación de la hermosura
que ya no responde cuando la llamo,
ni duelen las letras si atraviesan
la fundación de la voz, cayendo
sobre un reino en el que enmudecen.

Ahora, aunque sigo llamándote con ilusoria
constancia, eres tú quien permanece
en mi memoria en una extraña soledad
sin nombre, de la que rescatarte es vano
cuando gritas que sigues esperándome.




jueves, 1 de mayo de 2008

Amapola (alma del aire)



"Como una palabra en fuga que se hubiese
detenido desnuda para entregar sus ropas a
nuestro deseo y le dijera: -No soy el amor."

Vladimir Holan.


Una vez más, a las puertas del aire
que avienta de tus labios
la ceniza de mi nombre,
el mismo aire que en un suspiro,
la boca fue incapaz de premeditar
la cerrazón del alma, y de su boca
a mis labios carmín que pintaba
de amapolas el aire; ¡alma del aire!
corazón del trigo sobre las enfrentadas
caras de la muela de pedernal,
que en su derrota, asume la victoria del pan
sobre la mesa, venciendo un hambre antigua
que obra desde su luz una distancia intima,
reconocible solo entre la harina y el agua.

Brazos en cruz comulgan con la vela
mayor del viento en detenido instante
sobre el tacto de las horas, con un leve
roce de eternidad limitada.

Vencidas edades portuarias van cayendo
entre los ojos y el repunte de un sueño.
Alma del aire conversa con la arena
sobre el color de las amapolas, mientras
las olas, de retirada, susurran sonidos
de carolas insomnes que citan gaviotas,
y peinan futuros sobre los espejos del agua.

Las palabras, tal vez insistan en airear
inviernos en un espacio de sombras,
cuando la metáfora del tiempo se desvanezca
en la boca del aire y un escarchado suspiro
de amor, caiga sobre las rejas que pintan
de incertidumbre las aceras del alba.

Mañana, cuando el trigo ondule su tallo
sobre la parsimonia de los días iguales,
las amapolas -almas del aire- sangraran
labios rojos sobre los cristales de alma
una vez mas, a las puertas del aire.