domingo, 30 de agosto de 2009

Al otro lado.


Foto: A. Luna
Exquisito seria decir: ahora, que mirándome
al espejo no tengo alrededores y en marítima
calma poner proa a tierra, huir, para aliviar
el alma que escapa a tu conocimiento.

¿Pero quién es capaz con ojos fieles a lo que observa
asir territorios, definir la justa geografía de un rostro,
o elevar a rango de voz la indecisión de cada letra
que se obstina en la no composición de un nombre?

En ti habita el tiempo que no duerme,
el limite que aísla en lo incomunicado una imagen
sin esquinas donde refugiarse, negándole proximidades
a mundos que no percibes, reafirmando
en toda su pureza, la condición de aquello que reflejas.

Me reconozco en el plano que observa tu convicción
y en la incapacidad para extinguir el eco
de aquello que ya no existe, y que la vida
recoge en su plenitud permitiendo decir: ahora.

Todo está al otro lado, materia que no te pertenece.

lunes, 20 de julio de 2009

Alegorias de Isidoro


Mar mediterráneo, al sur de la isla de Menorca.

Oteábamos desde lo alto la espera
que discernía sobre el tiempo
aun no perdido, sobre el misterio
de la luz que iluminaba las miradas.
Era la rutina de la mañana que nos asomaba
por un instante a Granada, al gallo,
que daba cuenta de su existencia
a la campana, a ese último beso, que balancea
su esqueleto sólo para el aire.

Pero en realidad, aun no hemos
visto juntos el mar desde la playa
en que tantas veces hemos coincidido.

*Tú dijiste: no creas Isidoro que no me duelo contigo,
pero es cansado hacerle faena diaria al tiempo, humillarle.

Y la espera desliza también desde
lo alto, una carga de ansiedad
multiplicada, casi en la misma medida
con que el deseo aprieta en los bolsillos,
la linde de la tierra prometida.

Y nos cambiaron la rutina del tiempo,
premonitorio cuerpo sucesivo
donde sólo yo permanezco,
tan nimio, como la memoria
de las lagrimas de Fuente Grande.



*Estos dos versos forman parte del poema “Venceremos” de L. Aguilar, que de algún modo, inspiraron estas alegorías del Isidoro del poema mencionado, y del ficticio Isidoro Capdepón de Federico García Lorca.

lunes, 11 de mayo de 2009

Dedos de tiza. (La poesia)


Foto: A. Luna.

Para que no sigamos describiendo el crepúsculo ¿Qué silencio nos llama? Y, sin embargo, que indiscutido fin contra naturaleza.

J.L. Candel.


Tal vez la respuesta esté en no ser nadie,
para ser capaz de serlo todo.

Ser el amor, en la justa medida de los sueños,
la niñez sin macula que guarda un nombre
reluciente y entero, o el espejo marino de
las nubes interceptando gaviotas envueltas en aire;
oleadas de aire que transitaran vivas, enhebrando
el hilván de las pleamares.

Mis dedos de tiza sobre el diedro cristal
que separa el mundo conocedor de nuestras
limitaciones, para redescubrir un nuevo lenguaje
desde fuera del hombre que lo signifique.

Así se van trenzando las grafías
en un cielo que aplazara la tormenta,
tejiendo la mirada que acierta el natural sentido
de la belleza, y salva el miedo a lo reconocible
en el revertir del signo del lenguaje;
originaria paz de los recuerdos, donde la metáfora
se unge tratando de trascender.

En esa medida sin calza del alma
cegada de azul, está el pájaro que mueve
el aire de la luz, la flor encendida de aquello
no codiciado temblando de alegría, y el fruto
que sin madurar, sacia la sed de la poesía
que aun no se he escrito, en las márgenes de la poesía.

Ven conmigo a coser la palabra al filo de la necesidad.
Ella colgará sobre el fin del resto de la desesperanza,
la conciencia plural de la memoria
que aguarda para ser canto, vida, esperanza,
aquí donde no ser nadie, es serlo todo.